compras

Incluirá una vista de los escaparates de las tiendas y sus productos con nombre, dirección, telefónos de contacto, fotografías e identidad corporativa y un pequeño resumen de los servicios y productos que ofrece.


Escaparates de compras. ¿Por qué comprar lejos pudiendo comprar cerca?

Los publicitarios siempre nos han dicho que consumamos y ahora nos dicen que consumamos… mejor. ¿Por qué este cambio? Porque, ahora mismo, nuestra fuerza de consumo es más poderosa que nuestros votos.

Made Movement es una agencia de publicidad atípica. En primer lugar porque no está ni en Nueva York ni en Chicago ni en Los Ángeles, sino en Boulder, Colorado, una ciudad de menos de 100.000 habitantes. Pero sus propietarios son pesos pesados de Crispin Porter & Bogusky (una agencia de las que está en Nueva York, Chicago o Los Ángeles), incluyendo al propio Alex Bogusky como inversor. Sin embargo, estos grandes profesionales han fundado su propia empresa pero no para ser admirados en el mundo entero sino para serlo solamente en su país.

¿Y a qué se dedica Made Movement? A publicitar y vender productos pensados y fabricados en Estados Unidos. Punto. Lo que consiguen con eso es que su fuerza de consumo repercuta su país y que no se cuele por el desagüe de la globalización y la deslocalización.

El planeta como un todo económico funciona relativamente bien. Pero como un conjunto de partes que sean autosuficientes y produzcan riqueza para sí mismas es un absoluto desastre. De hecho, nos pasamos el día generando ganancias lejos de nosotros mientras que el ecosistema al que pertenecemos sufre importantes desequilibrios. Se da el caso de que hay compañías generando millones de beneficio en su país, en su sede social (ese eufemismo de “La fábrica está en otra parte”) pero sin crear puestos de trabajo, es decir, riqueza real. El caso más paradigmático es Apple y quizá toda la industria tecnológica de Silicion Valley, esa que firma con: Designed in California Assembled in China.

Sin embargo, si todo el proceso se lleva a cabo en un estado de derecho tiende a respetarse más el medioambiente y los derechos de los trabajadores (cosa que no significa tampoco que estemos ante unas condiciones ideales). Sin embargo es más caro fabricar en el Reino Unido que en Marruecos. Pero ¿qué es mejor, pagar ese dinero con un sobrecoste en el producto o pagar el paro de los obreros que esa empresa no contrata en su país vía impuestos? Esta reflexión es de Miguel Conde Lobato en su libro Knowcosters, que junto con las reflexiones de Bogusky nos acercan a un consumo más reflexivo. Nótese que ambos son publicitarios y que ninguno censurará el consumo (porque sociológicamente, no consumir también es consumir, pero eso es otro tema), solo nos llaman a reflexionar qué compramos, qué conseguimos con nuestro acto de consumo y qué consigue (o qué pierde) nuestro entorno con él.

En realidad, son planteamientos muy relacionados con el movimiento slow, con iniciativas como el distintivo KM0 para restaurantes que hagan sus platos con productos de su entorno. También es cuestión de pensar en los pequeños, como nos propone la campaña navideña #1Gift1Dream (propuesta de El Cañonazo para que compres los regalos de navidad en las tiendas de tu barrio) ya que siempre es mejor la competencia entre iguales que la competencia contra un gigante que puede imponer sus condiciones a los consumidores.

Concretemos propuestas a lo grande: fabriquemos pelotas aquí y mandemos al paro a todos los niños que están cosiendo balones Nike en Pakistán y en el sureste asiático. Así ya evitamos que sean esclavos de occidente (por que lo son, ¿lo sabías y eso permitirá que los niños explotados tengan tiempo para estudiar y que por ejemplo, sus padres agricultores puedan diversificar la producción de sus campos para poder consumir vegetales distintos al arroz o al maíz al les comprometen las grandes multinacionales de la alimentación (porque eso ya se cultivará aquí, igual). De hecho el monocultivo fruto de la globalización (el de todo lo que no queremos cultivar aquí), está directamente vinculado con las hambrunas: si solo se produce un producto, basta con que tengan lugar las condiciones concretas para malmeter ese producto en concreto para quedarse SIN NADA. Aprovechando el tiempo en el que no cosen pelotas, quizá esos niños puedan formarse en alguna profesión que les permita abrir su negocio y mejorar su comunidad, que a su vez consumirá sus productos, trabajará para ellos... Ellos tendrán una economía con todos los niveles de complejidad que requiere y nosotros también.

Personalmente, me recuerda bastante al efecto mariposa: el aleteo de una mariposa en Brasil puede causar un tornado en Tejas. El gesto de un consumidor en España puede impulsar el cambio social en Bangladesh.

Miércoles, 20 de febrero de 2013
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